En ambas lecturas observamos que el protagonista femenino se nos presenta como una persona divina, virtuosa y muy sentimental.
En la conquista, esas mujeres están representadas siempre como dulce, inocente y cándida. Pero sus debilidad es amar a un hombre que le engaña del principio hasta el final. No buscan la verdad sino que se complacen en las palabras de esos hombres que dicen lo que quieren oír. En la obra de Zorrilla se ve muy bien el placer de Don Juan por hacer cosas prohibidas, ya que la amada pertenece al estamento clerical. Se anota la connotación religiosa mucho mas presente en Zorrilla que en Espronceda mientras que el perfil de la mujer queda el mismo.
El
estudiante de Salamanca
Elvira,
amor del estudiante un día,
tierna
y feliz y de su amante ufana,
cuando al placer su corazón se abría, como el rayo del sol rosa temprana; del fingido amador que la mentía
la
miel falaz que de sus labios mana
bebe
en su ardiente sed, el pecho ajeno
de
que oculto en la miel hierve el veneno.
[…
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En este fragmento se ve muy bien que desde el principio Don Félix destina ese amor al desengaño amoroso y por fin al abandono que Elvira padecerá .
Don Juan Tenorio
Callad,
por Dios, ¡oh, don Juan!,
que
no podré resistir
mucho
tiempo sin morir,
tan
nunca sentido afán.
¡Ah!
Callad, por compasión,
que
oyéndoos, me parece
que
mi cerebro enloquece,
y
se arde mi corazón.
¡Ah!
Me habéis dado a beber
un
filtro infernal sin duda,
que
a rendiros os ayuda
la
virtud de la mujer.
Tal
vez poseéis, don Juan,
un
misterioso amuleto,
que
a vos me atrae en secreto
como
irresistible imán.
Tal
vez Satán puso en vos
su
vista fascinadora,
su
palabra seductora,
y
el amor que negó a Dios.
¿Y
qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino
caer en vuestros brazos,
si
el corazón en pedazos
me
vais robando de aquí?
No,
don Juan, en poder mio
resistirte
no esta ya:
yo
voy a ti, como va
sorbido
al mar ese río.
Tu
presencia me enajena,
tu
palabras me alucinan,
y
tu ojos me fascinan,
y
tu aliento me envenena.
¡Don
Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro
de
tu hidalga compasión
o
arráncame el corazón,
o
ámame, porque te adoro.
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[...]
En esta obra la conquistada es una monja, cuyo primer amor es don Juan Tenorio, con lo que ella confiada y enamorada espera con impaciencia lo que ha de ser su peor destino. Observamos que Inés por muy inocente que es sabe muy bien que lo que logrará si se va con Don Juan. Es un pecado porque se aleja del camino de Dios, vacila entre el camino dibujado por su padre y el amor que sienta por él. Esta condenada tanto socialmente como religiosamente porque dice que su cerebro se “enloquece” y compara a Don Juan con “Satán”, fruto de la tentación.
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